La maqueta
conceptual surge de un proceso natural de superposición de capas,
más concretamente de preexistencias en el ámbito que nos ocupa (Pozuelo de
Alarcón).
EL PAISAJE
El entorno ha
permanecido invariable durante miles de años. Mejor dicho, se ha transformado sosegadamente,
de manera prácticamente imperceptible. Los agentes atmosféricos, el sol, el
agua, el viento, el hielo, los cambios de temperatura, incluso el fuego, la
flora, la fauna, han embestido lenta pero implacablemente sobre este soporte de
vida, dejando como rastro unas marcadas cicatrices en forma de arroyos, valles, acantilados,
montañas, mesetas, etc.
LA HISTORIA
Sobre este soporte
lentamente se ha ido imponiendo la presencia del ser humano. Siguiendo la historia,
desde los romanos que se instalaron por la zona, siguiendo por los visigodos, los
árabes, llegamos hasta la edad media. Poco a poco y de manera comedida se fue
"domesticando" el hábitat para facilitar en lo posible la vida
humana. Se establecieron primero senderos, luego caminos, se labraron las
tierras, se levantaron moradas, graneros, granjas, templos..... todo ello en
armonía con el contexto.
Sobre el
Renacimiento poco se sabe, como Miguel Ángel no nació en Pozuelo....
A partir del siglo
XVIII se produce un ligero crecimiento del municipio al establecerse como lugar
de retiro y vacaciones de la nobleza y burguesía madrileña, hasta que después
de la Guerra Civil y especialmente a partir de los años 60 y 70 se produce una
fuerte expansión por la migración que se produjo desde el mundo rural hacia la
capital y su periferia.
EL URBANISMO SALVAJE
El plano de nuestro
entorno resulta prueba irrefutable de la transgresión a la que se ha sometido
las preexistencias. Plasman geométricamente los dañinos actos urbanizadores,
realizados sin mesura ni conocimiento, seguramente sin suficiente reflexión,
aplicando modelos importados de otros lugares con condicionantes completamente
diferentes.
En el centro de este
"cromo" se encuentra nuestro ámbito de actuación.
VELA ENCENDIDA
La vela encendida
simboliza la vida que se consume, derritiéndose la cera, fluyendo y
contaminando en su expansión todo aquello que toca en su entorno más inmediato,
siendo una alegoría sobre la transmisión de la experiencia acumulada por nuestros
ancianos a las nuevas generaciones.
De esta manera, se
conseguirá que un flujo inicialmente unidireccional (los internos que "entran
para ya no salir") se convierta en flujo bidireccional, compensando el
flujo de salida (la transmisión de vivencias) al flujo de entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario