En concordancia con el propósito de investigar y desarrollar la idea de generar un pueblo dentro de otro, a modo de “Matrioska”, se experimenta con tramas urbanas ya existentes, que se descontextualizan y se implantan en nuestro ámbito en un ejercicio de burda cirugía. Solo al final se podrá valorar en que grado nuestro “paciente” ha asimilado y aceptado las nuevas “prótesis”.
Como soporte se extiende la trama existente, que confiere al lugar su rígida estructura.
Sobre la misma se sobrepone el tapiz extirpado de una medina árabe, en concreto un extracto de Marrakech.
Basta con un simple vistazo para percatarse de la densidad del conjunto. La vivienda árabe, cerrada y protegida del exterior, articulada por un patio interior, se acurruca junto a las demás para protegerse del calor africano. Únicamente se separan tímidamente unas de otras para permitir el acceso y circulación por la medina, a través de unos sinuosos y estrechos callejones, que funcionan a modo de pequeñas arterias, sin diferenciación ni rango.
Sobre la misma se sobrepone el tapiz extirpado de una medina árabe, en concreto un extracto de Marrakech.
Basta con un simple vistazo para percatarse de la densidad del conjunto. La vivienda árabe, cerrada y protegida del exterior, articulada por un patio interior, se acurruca junto a las demás para protegerse del calor africano. Únicamente se separan tímidamente unas de otras para permitir el acceso y circulación por la medina, a través de unos sinuosos y estrechos callejones, que funcionan a modo de pequeñas arterias, sin diferenciación ni rango.
Mediante otra intervención quirúrgica, se extirpa de otra urbe, en este caso un casco histórico típicamente castellano, Chinchón, los viales y plazas para desechar sus edificios.
Añadiendo sobre las otras dos tramas esta nueva urdimbre, se logra airear el tejido árabe, abriendo brecha al más puro “estilo Moisés”. El resultado se asemeja a un terreno cuarteado por la sequía. Especial cuidado se tiene en no ceñirse al rígido borde establecido por el soporte original, de manera que las tramas superiores se salgan del recinto, provocando la rotura de los límites.
Añadiendo sobre las otras dos tramas esta nueva urdimbre, se logra airear el tejido árabe, abriendo brecha al más puro “estilo Moisés”. El resultado se asemeja a un terreno cuarteado por la sequía. Especial cuidado se tiene en no ceñirse al rígido borde establecido por el soporte original, de manera que las tramas superiores se salgan del recinto, provocando la rotura de los límites.
Finalmente se coloniza el paisaje generado con una serie de módulos, en este caso cuerpos volumétricos que aportan una tercera dimensión al conjunto. Este módulo básico se compone de una planta trapezoidal que permita la adaptación del “cuerpo multicelular” tanto en línea recta, por alternancia en su disposición, como en curva.
El resultado final es un organismo pluricelular con una serie de arterias que le nutren de oxígeno. A un lado ha quedado, despreciado, en un sutil gesto de abstracción, el marcado relieve original del terreno, de manera que nuestra muestra orgánica ha quedado atrapada sobre el “portaobjetos”, preparada para poder ser estudiada bajo el microscopio.
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